martes, 20 de agosto de 2013

SIEMPRE ESTUVE CON USTEDES



Soy quien está a tu lado, soy aquél que siempre te acompaña,
aún en tus sueños. Soy quien, a veces, altera tu itinerario y
atrasa tus horarios para evitar que tengas algo desagradable para pasar...
Soy quien susurra en tu oído aquellas "inspiraciones" que tú
crees que fueron una gran idea tuya. Soy quien hace que te
arrepientas cuando te aproximas a lugares o situaciones que
te van a colocar en peligro. Soy quien llora por ti cuando
tú con tu terquedad insistes en hacer todo al revés sólo
para desafiar al mundo. Soy quien pasa noches y noches en la
cabecera de tu cama velando por tu salud, cuidando tu descanso
y renovando tus energías. ¿Por cuántas calles oscuras te
guié con seguridad? La verdad es que ya perdí la cuenta y
además, eso no importa. Lo que realmente importa, y lo que
me dá tristeza, es cuando tú asumes la postura de víctima,
y no crees en tu propia capacidad para resolver los problemas
de tu vida. Cuando tú aceptas las situaciones como imposibles
y dejas de luchar conformándote simplemente con reclamar de todo
y lo de todos. Cuando tú desistes de ser feliz y culpas a otras
personas que no tienen nada que ver. Cuando tú dejas de sonreír
y dices total para qué, no vale la pena... Yo soy Tu Angel.
En muchas ocasiones podrán sentirse sola, abandonados, despreciados,
desanimados, sin fé, sin ganas de seguir adelante… Guarda en tu corazón,
mis palabras y sentirás no sólo mi presencia, sino también mis
fuerzas y mi ánimo. Ahora mismo tienes la oportunidad de recibirme
en tu corazón, no desperdicies las oportunidades que les doy
día a día.sepan que su hijo nunca los abandonó,se trasformo,
en sus guías,así como ustedes me guiaron a mí mientras estuve
como ustedes ,ahora me toca a mi hacerlo por ustedes...
Nuestro amor es libre,libre de ataduras,cuando ustedes aprendan
a sentirme se darán cuenta que siempre estuve con ustedes!! —

martes, 2 de julio de 2013

“90 MINUTOS EN EL CIELO”



ESTE ES EL COMIENZO DEL LIBRO “90 MINUTOS EN EL CIELO” QUE CUENTA UNA HISTORIA REAL DE MUERTE Y VIDA…..CUYO AUTOR ES: DON PIPER, EL CUAL NOS RELATA SU EXPERIENCIA DESPUÉS DE HABER ESTADO MUERTO…..90 MINUTOS.

Cuando morí, no avancé flotando por un túnel largo y oscuro, ni tuve la sensación de esfumarme o regresar. Jamás sentí que mi cuerpo fuera transportado hacia una luz. No oí voces que me llamaran ni nada parecido. En el mismo momento de mi último recuerdo del puente y la lluvia me envolvió una luz con un brillo que no puedo describir con palabras y ni podía comprender. Nada más que eso.

Cuando recuperé mis sentidos estaba en el cielo, de pie. El gozo latía a través de mí mientras miraba alrededor, y en ese momento me di cuenta de que había una gran multitud de personas. Estaban paradas frente a una puerta brillante y muy decorada. No tengo idea de la distancia, porque cosas como las dimensiones no tenían importancia.

Cuando la multitud se me acercó no vi a Jesús, pero sí a personas que había conocido. Se acercaban y yo reconocía al instante que todas habían muerto durante mi vida. Su presencia parecía absolutamente natural.

Todos venían hacia mí, y todos sonreían, gritaban y alababan a Dios. Aunque nadie lo dijo, de forma intuitiva supe que era mi comité de bienvenida celestial. Era como si todos se hubieran reunido junto a las puertas del cielo a esperarme.

La primera persona a la que reconocí fue a Joe Kulbeth, mi abuelo. Se veía tal como lo recordaba, con su cabello blanco y la nariz que yo llamaba «nariz de banana». Se detuvo frente a mí, con una sonrisa. Quizá dije su nombre, pero no lo recuerdo. «¡Donnié> (Así me llamaba mi abuelo siempre.) Se le iluminaron los ojos y extendió los brazos, al dar unos pasos hacia mí.

Me abrazó fuerte. Era el abuelo robusto y potente que recordaba de mi niñez. Había estado con él cuando tuvo un ataque al corazón en casa, y lo había acompañado en la ambulancia. Me quedé en la puerta de la sala de emergencias en el hospital cuando el doctor salió y me dijo con suavidad, negando con la cabeza: «Hicimos todo lo posible».

Mi abuelo me soltó y mientras miraba su rostro me invadió una dicha de éxtasis. No pensé en su ataque al corazón ni en su muerte porque no podía sobreponerme al gozo de haberme reunido con él. Cómo habíamos llegado al cielo era algo que parecía irrelevante.

No tengo idea de por qué fue mi abuelo la primera persona que vi. Quizá tuvo algo que ver con el hecho de que estuve allí cuando murió. No fue una de las grandes guías espirituales en mi vida, aunque por cierto influyó en mí de manera positiva en ese aspecto.

Después de que me abrazó mi abuelo no recuerdo quién fue el segundo y el tercero que me saludó. La multitud me rodeaba. Algunos me abrazaban y otros me daban un beso en la mejilla, en tanto otros más me daban la mano. Jamás me sentí más amado.


Una persona en ese comité de bienvenida era Mike Word, mi amigo de la infancia. Mike era especial porque me invitó a la escuela dominical y fue de gran influencia en mi conversión como cristiano. Mike era el cristiano joven más devoto que haya conocido. También era un chico muy popular y había estado cuatro años en los equipos de fiítbol, baloncesto y atletismo, una hazaña importante. Además era mi héroe porque vivía el estilo de vida cristiano del que hablaba. Después de la escuela secundaria, Mike recibió una beca completa para ir a la Universidad de Louisiana.

Cuando tenía diecinueve años murió en un accidente automovilístico. Me rompió el corazón la noticia de su muerte y me llevó mucho tiempo reponerme. Su muerte fue la experiencia más dolorosa e impactante que hubiera tenido que vivir hasta entonces. Cuando asistí a su funeral, me pregunté si alguna vez dejaría de llorar.

No podía entender por qué Dios se había llevado a un discípulo tan dedicado. Y a lo largo de los años nunca me fue posible olvidar el dolor y la sensación de pérdida. No es que pensara en él todo el tiempo, pero cuando lo hacía me invadía la tristeza.

Ahora estaba viendo a Mike en el cielo. Me rodeó los hombros con su brazo, y mi pena y dolor desaparecieron. Nunca lo había visto con una sonrisa tan brillante. Todavía no sé por qué pero el gozo de ese lugar borraba cualquier pregunta. Todo era dicha. Perfecto.


CADA VEZ VENÍAN MÁS PERSONAS QUE ME LLAMABAN POR MI NOMBRE. ME SENTÍA ABRUMADO POR LA CANTIDAD DE GENTE QUE HABÍA VENIDO A DARME LA BIENVENIDA AL CIELO.

viernes, 14 de junio de 2013

LA PAREJA ANTE LA PÉRDIDA DE UN HIJO



Es natural que el dolor, en un primer momento vaya anestesiando nuestros sentimientos, nos lleve al aislamiento y creamos que en el sufrimiento estamos solos.
No debemos olvidar que formamos parte de una familia y que lo más grande que tenemos es común con nuestra pareja es el amor que nos une y los hijos que son el fruto de ese amor, el origen y la causa de nuestra decisión a unirnos como pareja.
Debemos intentar priorizar nuestra relación para poder compartir y fortalecer el trabajo de recuperación.
Muchas veces ocultamos nuestros sentimientos, ya sea por pudor, por no querer dañar al otro, al que nos acompaña, para no agravar el estado emocional de nuestra pareja. Pero es muy importante no ocultar nuestros sentimientos, dar a conocer lo que cada uno siente y por lo que está pasando para que nuestra pareja pueda comprendernos y compartir. La esencia del matrimonio es la de compartir la vida, con sus cosas buenas y no tan buenas.
Debemos ser pacientes con nosotros mismos y con el otro, debemos respetarnos, ya que nuestros tiempos no son iguales y quizás la recuperación se dé en etapas distintas. Intentemos no culparnos por las lágrimas o por las sonrisas del otro. Tratemos de recuperar la intimidad, ya que el amor y las caricias curan. 
Es común advertir que luego de la partida de un hijo prosigue una crisis matrimonial o de pareja. Hay que tratar de prestar atención a esto. NO ABANDONARSE, PARA NO PERDER MÁS DE LO QUE SE HA PERDIDO. Recordar que la relación conyugal involucra mucho más que al hijo que partió.
RESPETAR, ACEPTAR, COMPRENDER Y APOYAR cada una de las manifestaciones de nuestra pareja, para que se sienta contenido y a la vez yo me sienta igual. 
Hay que volver a encontrar un sentido a la vida, debemos buscar el tiempo para compartir y comprendernos, recordando que nuestro hijo ha sido el SÍMBOLO DE NUESTRO AMOR y debe seguir siéndolo.

¿Cómo están mi otros hijos frente a la muerte de su hermano/a?
Mis otros hijos tiene los mismos sentimientos de tristeza que yo padre o madre.

Al igual que ocurre conmigo, mi hijo se muestra confundido y a la defensiva con relación a la muerte 

Un hijo reacciona ante la pérdida de su hermano, y también frente al cambio que advierte en la conducta de los padres, y otras personas cercanas.

Es importante que le hagamos saber que la tristeza que sentimos los padres no disminuye el amor que nosotros sentimos por ellos.

Tenemos que permitir que nuestros hijos manifiesten su tristeza en forma positiva (dibujos, cuentos, poesías, cartas, volcándose a la naturaleza, o al espiritualidad). Debemos alentarlos a tomar este camino.
¿Cómo puedo ayudar a elaborar el duelo del hermano? Recordando que a veces los hermanos también pueden sentir sentimientos de culpa, o sentirse responsables por la muerte del hermano. Debemos hablar con ellos y explicarles serenamente que las peleas o sentimientos negativos entre hermanos son naturales y que ellos no deben sentirse responsables de su muerte. Que ellos no causan la muerte, ni influyen sobre ella.

No debemos tener miedo de mostrarnos emocionados ante ellos. UN SILENCIO CARGADO ES MUCHO MÁS DIFÍCIL DE COMPRENDER POR NUESTROS HIJOS QUE UN LLANTO ABIERTO Y SINCERO

NUESTRO EJEMPLO ES FUNDAMENTAL PARA ELLOS. Al mostrar nuestra propia pena, demostramos que ellos también pueden llorar, sentirse tristes, enojarse, reírse, usar la ropa del hermano muerto o simplemente comenzar a olvidar algunas cosas.

Nuestros hijos no vinieron a este mundo para amargarnos; por el contrario; Nacieron para cumplir una misión que no por corta, deja de ser Plena. SEPAMOS DESCUBRIR EN ESE CORTO VIVIR EL PROYECTO CUMPLIDO POR NUESTROS HIJOS. 
Nadie vivió en vano, aunque sea unas pocas horas; cada vida vino a sumar vida a las nuestras.
De padres y madres en duelo