sábado, 28 de julio de 2012
LA REENCARNACIÓN JUSTICIA UNIVERSAL
Benjamín Franklin escribió su propio epitafio que se puede leer en su tumba de Filadelfia:
"Aquí yace el cuerpo de Benjamín Franklin, impresor de oficio, parecido a la cubierta de un viejo libro, privada de su título dorado.
Pero no se perderá la obra, pues renacerá en una nueva edición, revisada y corregida por el propio autor".
La teoría de la reencarnación, que tuvo sus orígenes en tiempos de los vedas, que admite y sostiene la existencia de vidas sucesivas y que diferentes corrientes filosóficas interpretaron de distintas maneras, toma fuerza en la actualidad con el estudio más detallado en los diferentes niveles del conocimiento humano.
Escribe el Dr. Joel Whitton en su libro "Vida entre las vidas": "La evidencia de la reencarnación, principalmente circunstancial, es ya tan apabullante que la aceptación intelectual es natural. La aceptación emocional puede ser más mesurada".
La doctrina de la reencarnación es a nuestro entender, una Ley Moral que posibilita una explicación racional de las desigualdades que observamos en la raza humana, al mismo tiempo que nos da confianza y esperanzas en el futuro como seres humanos, pues mediante su cumplimiento se cristaliza la igualdad de posibilidades, de oportunidades para que todos los seres evolucionen.
A través de ellas se cumple la Justicia universal esa que esta por encima de la justicia de los seres humanos.
Porque ¿de qué otra manera compatibilizamos el Amor y la Justicia Universal frente a las tremendas desigualdades humanas? ¿Cómo explicamos la presencia de genios, niños prodigio, asesinos, seres con capacidades físicas o intelectuales diferentes al resto de sus pares?
¿Qué objetivo tiene una existencia de privaciones y sacrificios, frente a otra tranquila y despreocupada? ¿Qué método utiliza la Energía Creadora para determinar quién llevará una vida digna y quién una más humillante? ¿Qué parámetros se utilizarán luego para evaluar los sentimientos, pensamientos y acciones de cada individuo en sus vidas si sus existencias tuvieron oportunidades tan dispares? ¿Dónde radica la Justicia Universal si no tenemos oportunidad de participar en nuestra planificación existencial?
Muchos interrogantes más podríamos plantearnos que nos harían dudar de la Justicia, el Amor del encargado de la Creación, si pensamos que Vida, es el tiempo que transcurre entre el nacimiento y la muerte física.
Creer que toda la existencia se reduce a los años que dura la vida física, es subestimar la capacidad creativa del gran espíritu y hasta cuestionar su justicia y perfección frente a la diversidad de vidas que podemos observar.
Si creemos que el alma o espíritu de cada ser fue creado en el momento de nacer: ¿por qué entonces somos tan diferentes?
Pensemos en el seno familiar donde los condicionamientos sociales y culturales son los mismos, sin embargo cada integrante es una individualidad que siente, piensa y actúa de manera distinta.
En cambio si pensamos que ese elemento espiritual, llámese espíritu, alma o energía, pudo no haber sido creado con el cuerpo, sino mucho antes que él y haber dado vida a otros cuerpos y haber tenido otras experiencias, podríamos comprender equitativa y racionalmente esas diferencias y desigualdades tan evidentes.
Y si aceptamos que ese espíritu vivió antes de su nacimiento, podríamos admitir también, la posibilidad de que seguirá haciéndolo después de su muerte física.
"No es más sorprendente haber nacido dos veces que una sola: en la naturaleza todo es resurrección" escribía Voltaire.
Por todo lo expuesto, podríamos pensar que sólo mediante un Gran Plan que abarque un tiempo incomprensible a nuestra limitada capacidad sensorial, podíamos llegar a respuestas más trascendentes sobre el sentido de la vida y obrar en consecuencia de forma más responsable y solidaria para con nosotros y los demás.
Es en el ir y venir de las existencias que el espíritu encarnado aprende a manifestarse, adquiere experiencias, desarrolla su inteligencia y su capacidad de amar y de esta forma, va configurando su personalidad y va evolucionando.
Es mediante el trabajo, la lucha por la subsistencia material, por conformar una familia, cuando el ser va aprendiendo el valor del bien, del amor, de la generosidad. Allí podrá moldear sus personalismos, adquirir paciencia, encauzar sus rebeldías, ir desarrollando sus fuerzas positivas e ir plasmándolas en sus conciencias.
Cada existencia es una oportunidad de evolucionar que se nos brinda, en cada vida el espíritu da un paso hacia adelante a través del conocimiento, de la lucha, del dolor.
El objetivo de la vida es la evolución y esta no se detiene. Por eso el espíritu humano nunca encarnó en seres inferiores como plantas o animales.
Cuántas veces en nuestra vida pensamos "si pudiera hacer las cosas de nuevo, las haría diferente". La reencarnación es esa oportunidad que se nos brinda para hacer las cosas de otra manera, nunca hacia atrás, sino hacia adelante, con más conocimiento, más saber y experiencias de vidas, es decir, con más madurez espiritual. Y poder adquirir así, esa comprensión del sentido trascendente de la vida que vamos adquiriendo en el largo camino de la evolución.
"Como creo en la teoría de la reencarnación, vivo con la esperanza de que, si no es en esta vida, en alguna otra podré abrazar con amor a toda la humanidad". Gandhi
La realidad de la reencarnación se sostiene o fundamenta en tres razones: científicas, morales y filosóficas.
Desde el punto de vista científico: los hombres de ciencia también buscan evidencias de la reencarnación a través de diferentes métodos.
En la actualidad podemos agruparlos en tres:
a) Memoria Extra Cerebral.
b) Hipnosis regresiva.
c) Experiencias en el umbral de la muerte.
a) Este método comenzó a ser usado por: el Dr. Ian Stevenson de la Universidad de Virginia, EE.UU. en el año 1960; por el Ing. Hernani Guimaraes Andrade, director del IBPP de Brasil; por el Dr. Hamendra Nat Banerjee, director del Instituto de Parapsicología de Jaipur, India (fallecido), sólo por mencionar los más conocidos.
No vamos a entrar a considerar aquí los pormenores del método de investigación, que son sumamente minuciosos y de rigurosa comprobación científica, pero básicamente estos investigadores han estudiado casos donde espontáneamente, niños de 2 a 9 años manifestaban conocimiento de la vida de personas fallecidas como si fueran ellos mismos y vivían el hecho como propio, como una vida anterior.
Más aún, aportaban datos, conocimientos específicos, detalles íntimos y hasta comprometedores a veces, de la vida de personas que habían muerto. Los datos e informaciones que ellos daban a conocer eran estudiados e investigados, comprobando así la veracidad de lo que expresaban.
Stevenson explica que estas experiencias no se circunscriben a una Nación, grupo cultural, ni son tan raros como podría suponerse, sino que su conocimiento se halla limitado por temores o prejuicios de quienes los experimentan.
b) El segundo grupo de investigación es el que usa el método de la hipnosis regresiva.
Este método ha brindado numerosos casos de identificación reencarnatoria entre las existencias.
Tal es así que E. Fiori, J. Whitton, M. Netherton. N. Schiffrin, H. Wambach, B. Weiss y otros investigadores no espíritas encuentran en la búsqueda de las causas profundas de los conflictos actuales de sus pacientes, explicación de ciertas conductas, experiencias, vivencias o conflictos que tienen su origen en existencias anteriores.
Al conectar a sus pacientes con etapas anteriores a su nacimiento, estos relacionan la programación de su existencia actual con las vidas pasadas y los vínculos kármicos allí contraídos. Según la Dra. Wambach "volvemos con las mismas almas pero en distintas circunstancias”.
“Vivimos nuevamente no sólo con aquellos a los que amamos, sino también con aquellos a los que odiamos o tememos. Sólo cuando sentimos compasión y afecto nos libramos de vivir una y otra vez con los mismos espíritus que también se ven obligados a vivir con nosotros."
c) En tercer lugar, la idea de la reencarnación implica la supervivencia del espíritu, por lo que todo estudio de la misma debe ser enriquecido por las evidencias de la supervivencia del Yo.
Esta fuente de información es la que resulta de una única experiencia espontánea por personas que tuvieron experiencias en el umbral de la muerte, debido a accidentes, paros cardíacos. Luego de adentrarse en el plano espiritual, ser capaces de ver y oír lo que ocurre alrededor de su cuerpo, retornan a este a continuar su vida, con un enfoque diferente, más sereno y espiritualizado de la existencia.
Así es que en base a los aportes científicos de las investigaciones actuales, podemos afirmar que la reencarnación pasó de ser una doctrina moral, a tener una comprobación científica, de ser una teoría, a una evidencia científica comprobable.
Desde el punto de vista moral: nos permite interpretar profundamente la Justicia Universal, en lo que hace a una explicación racional de las innumerables diferencias existenciales que observamos en el planeta.
En su infinito amor y sabiduría el DIOS brinda al ser humano, sin distinción de su condición social, económica, salud, etc., tiempo y oportunidades de aprendizaje, de desarrollar las potencialidades, de progresar y alcanzar la libertad espiritual a través de las vidas sucesivas.
Bajo esta óptica la existencia del mal como entidad o como estado permanente de vida, no existe. El "mal", el error, es un estado transitorio, pasajero del espíritu, fruto de la ignorancia, de la ambición, de la soberbia. Pero nadie es malo para siempre, porque todos los espíritus evolucionamos hacia el bien superior.
Y si bien el objetivo de la vida uniexistencial de las religiones es también perfeccionar la conducta y desarrollar el amor, es muy difícil apreciar o justificar la Justicia Universal a través de una sola vida.
No explican tampoco el porqué de las vidas truncadas, de las violencias injustificadas, de las torturas, de los abusos de poder, de la miseria infrahumana, de las oportunidades de realización perdidas en esa única vida y el grado de responsabilidad que nos cabe en la misma, si no la elegimos ni planificamos.
Cada uno de nosotros somos una Creación de DIOS, única y valiosa, y nos hallamos conducidos por las Leyes Morales hacia la evolución.
Por eso cada vida vale la pena ser vivida plenamente, a pesar de sus luchas, de sus reveses, de sus sinsabores, porque en ella nos templamos, nos hacemos fuertes, generosos, aprendemos a amar, a perdonar, a comprender al otro que camina junto a nosotros.
Comprenderemos tal vez, que el DIOS no castiga, sino que sus Leyes de Amor y Justicia nos conducen a todos por igual y nos ayudan a entender que la evolución va mucho más allá de nuestro círculo de conocidos y familiares.
También están los otros, nuestros semejantes, con quienes no nos unen lazos de sangre o afinidad, pero sí somos hermanos en evolución, origen y destino.
"Mi doctrina es: vive de tal modo que llegues a desear vivir otra vez, este es tu deber, ¡porque revivirás de todas formas!" (Nietzsche).
La reencarnación es una ley que brinda a cada espíritu diferentes tiempos y oportunidades a fin de favorecer igualitariamente su progreso y desarrollo.
Insertos en las arenas del terreno filosófico advertimos que la teoría de la reencarnación, es también perfectamente racional no sólo porque enlaza armoniosamente las leyes de Amor, Justicia y Progreso con el acontecer humano, sino como se puede comprobar a través de los diferentes métodos científicos, está sustentando y conduciendo al espíritu hacia su evolución.
Así, en el ejercicio de su libre albedrío, el ser humano obra y ha obrado a veces, con impiedad e injusticia. Pero igualmente el progreso se cumple y ello lo advertimos en el efecto nivelador de la reencarnación.
Esta, en su doble faceta de compensar y generar oportunidades evolutivas, propicia el lento despertar de la raza humana hacia una forma de vida donde el espíritu no quede anclado en la ignorancia, la miseria, el dolor o relegado en cuanto a la distribución de oportunidades de progreso, fruto a veces del egoísmo personal.
En realidad, cada encarnación presenta al ser, sea cual sea su condición de vida, posibilidades de aprendizaje, de hacer nuevas experiencias.
En todas las situaciones el espíritu aprende a desarrollarse, aunque la calidad de vida para la adquisición del conocimiento y el amor sean diferentes. Cada espíritu aprende a su ritmo, a su manera, a su tiempo y todo lo que anhele de bien podrá ir conquistándolo con el esfuerzo y el trabajo continuado que realice.
Por lo tanto, la aceptación de la reencarnación como una realidad de vida, no sólo debe darnos una comprensión de la Justicia Universal y del sentido evolutivo de la existencia, sino también una comprensión caritativa y universalista de la existencia humana para no juzgar las circunstancias o el dolor ajeno, porque ignoramos la causalidad del mismo.
¿Por qué entonces si existen evidencias tan variadas, lógicas y hasta abrumadoras, a las personas les es a veces difícil o les causa temor aceptar la reencarnación?
Quizá la respuesta pertenece a lo íntimo de cada ser, quizá la no aceptación de esta ley se halla relacionada a los prejuicios, a las costumbres, a la educación recibida, al miedo al ridículo y en una medida, a la comodidad, al tener a quien "echarle la culpa" de nuestros males o dificultades: Dios, la vida, el otro, el destino.
Porque si no existiera la reencarnación, no nos sentiríamos tan responsables de nuestra vida, de nuestras pruebas, elecciones, circunstancias e incluso renunciamientos altruistas o generosos de vida. El saber de esta ley implica responsabilidad de nuestros actos, sentimientos y pensamientos.
Aún así, una de las objeciones que se podrían escuchar es el ¿por qué no nos acordamos de las otras vidas con mayor facilidad o de las planificaciones que realizamos antes de nacer?
En primer lugar, el recuerdo del pasado nos quitaría libertad de acción, porque permaneceríamos encarnados en odios, rencores, o formas enquistadas de proceder, que sólo el olvido momentáneo del pasado nos permite sublimar o superar, siendo cada existencia una nueva posibilidad de empezar a hacer las cosas diferentes.
Por otra parte, el recuerdo de hechos violentos o traumáticos que hayamos podido sufrir en otra existencia, nos crearía culpabilidad o resentimiento, según las circunstancias, que no nos ayudaría a transitar por la senda del progreso con una visión más optimista. La vida debe ser encarada con fe, esperanzas renovadas, alegría, sin temores o miedos.
Pensemos que las existencias pasadas no están "grabadas" en nuestro cerebro actual, sino que este, órgano físico por donde se manifiesta el espíritu, recibe las informaciones de la existencia presente: la memoria palingenésica es de nuestro espíritu.
Se puede objetar también que si olvidamos el pasado es como perder tiempo y estar aprendiendo siempre de nuevo.
No es así, lo que olvidamos es la forma en que aprendimos o adquirimos tal o cual conquista, cualidad o tendencia errónea, no la experiencia en sí. Por ejemplo: desarrollamos la voluntad a través de diferentes vidas. Esa voluntad no se pierde al morir el ser sino que forma parte del espíritu que existencia tras existencia va aquilatando sus virtudes y templando sus errores.
Esa fuerza de voluntad, la podremos emplear y acrecentar en la vida actual aunque no recordemos las experiencias anteriores en las cuales la adquirimos: surgen naturalmente de nosotros y forman parte de nuestra personalidad. Lo mismo sucede con cualquier otro aspecto de la personalidad del espíritu.
Intentemos descubrir cómo la Justicia Universal se manifiesta generosa en todas las criaturas a través de las innumerables oportunidades de vida y situaciones.
El ser humano, consciente o inconscientemente de la existencia de estas Leyes Superiores que lo guían y conducen, transita su camino evolutivo haciendo uso de su libre albedrío, medio por el cual decidirá situaciones, conflictos, circunstancias de vida que lo harán responsables de sus actos, pensamientos, sentimientos.
El poder acceder a estos conocimientos puede llevar serenidad a nuestros corazones y lucidez a nuestras mentes en momentos de lucha y situaciones conflictivas de vida. Nos dará esperanzas y seguridad inquebrantable en el amor, la previsión y justicia de esa Energía Creadora que brinda a cada ser los caminos necesarios para que pueda transitar hacia su evolución.
Un camino en el que nunca estamos solos porque la separación física de los seres que amamos no implica separación afectiva o espiritual.
Por el contrario, los lazos de amor, cariño, compromiso de caminar unidos, trascienden las fronteras y alimentan a los espíritus que con sencillez, energía, decisión y alegría de vivir se adentran en el entramado cósmico del camino de la evolución humana.
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